Cuando Maretta Ayvazyan y yo salimos al centro histórico de Gyumri para tomar fotografías de los lugareños interesantes, estábamos un poco nerviosos porque no sabíamos cómo reaccionarían. Sabíamos lo hospitalarios y cálidos que pueden ser los armenios, pero también sabíamos que no están acostumbrados a la publicidad, a los periodistas y a estar frente a las cámaras. Cuando nos acercamos a nuestro primer objetivo, un hombre mayor que llevaba un sombrero fedora, que parecía una estrella de cine en una pausa para fumar, nos sorprendió la rapidez y facilidad con la que accedió a posar para la foto. Como si se le pidiera que lo hiciera todos los días. No todo el mundo estaba así, algunos no estaban de buen humor, algunos revelaron que subrayaban los problemas sociales, una mujer dijo que a su esposo no le gustaría que posara para una foto (eso fue decepcionante de escuchar), pero otra dama nos invitó a la casa para tomar un café. Eso fue muy conmovedor y toda la experiencia fue muy interesante.

Anatole Arakelov

Estados Unidos, 2020

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