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Knar Rita Guokdjian
Francia participant
10 Jun, 2022

Historias de Yerevan para nosotros y personas que nos hacen quienes somos

2 min

“¿Te consideras a vos mismo como francés y armenio, franco-armenio, francés con una descendencia armenia?” Hace unos meses atrás, me topé con esta pregunta mientras miraba una encuesta. Preocupado por ello, creo que marqué“francés con descendencia armenia”, sin estar completamente convencida.

Identidad y sentido de pertenencia eran conceptos que con demasiada frecuencia se abordan como estables y dados, pero son construcciones dinámicas y en progreso, que finalmente se tiñen de acuerdo de acuerdo a las experiencias - un itinerario enredado entre pasado y presente, un mosaico de detalles, una mitología personal, y en definitiva, una historia que nos contamos a nosotros mismos. El mío es único y universal en muchos sentidos. Habla de amistades, lenguajes, movimiento, y espacios que nos atraviesan tanto como nosotros los recorremos. Birthright Armenia constituye uno de estos puntos de inflexión y resoluciones.

Ya sea que estos episodios de la vida resuenen contigo o no, espero que te persuadan de que hay comienzos de respuestas, caminos de exploración, y otros maravillosos recuerdos que te están esperando en Armenia.


SOY UNA NIÑA DE 8 AÑOS


En casa, mis padres nos gritaban a mi hermana y a mí “¡hablen armenio!” diez veces al día. Es la única lengua para comunicarme con mi Néné, que muy seguido me iba a buscar a la escuela que iba en Marseille, donde vivía. Allí, tenía amigos de todo el mundo. Me enojaba el hecho que tenía que explicarles a ellos que es un pan libanés que solía comer, y no crepes. Me gusta allí, supongo que entendí que la escuela era la forma sagrada de convertirse en alguien. Cada mañana en la escuela, sé cuándo es mi turno en la lista por el silencio que me precede.

Con mis primos, inventamos una canción llamada “espero que no vengas” que cantábamos para que no llegue el ómnibus, aquel que nos llevaba cada miércoles a la escuela armenia. Cuando era niña, había algo que no tenía sentido para mí, la lengua armenia debía ser un tesoro, y sin embargo, la aprendemos en libros de la vieja escuela que se convierten en polvo. Creo que los otros niños no son tan agradables. El 24 de abril, marchamos y gritamos con la multitud“¡Justicia, justicia para el pueblo armenio!”. En los veranos, vamos a visitar Beirut con mi familia, ya que la mayoría de mi familia siguen viviendo allí. Mis recuerdos más preciados de la infancia huelen a zaatar y jabón de Alepo.


SOY UNA CHICA DE 28 AÑOS


Pasó un tiempo desde que me fui de casa y mis abuelos fallecieron. Ya no hay muchas chances de practicar el armenio. Desalentada por las experiencias mediocres, realmente no busco involucrarme en las comunidades armenias, menos aún en París donde vivo ahora. Diploma tras diploma, pasantía tras pasantía, logré encontrar mi objetivo profesional. Conecto artistas y personas, hago crecer potenciales, y construyo espacios donde todos se sientan más libres; aunque mi trabajo es muy demandante. Mis amigos continúan viniendo de cada rincón del mundo, excepto yo. Muy a menudo en casa,Yare Martou Yara Goudais y saboreabaPakhlava. Mantengo mi armenidad viva en mí y en el corazón de mis corazones. Un día, me digo a mi misma que de alguna forma, mi existencia satisfaría a los genocidas del siglo pasado. Dejando a un lado el trauma heredado de los sobrevivientes, esta idea me mantiene persiguiendo por un largo tiempo. Consciente de que algo que me importa profundamente se está desvaneciendo, empezó a tener clases de armenio en el Instituto Nacional de Lenguas y Civilizaciones Orientales.

Desde Armenia, sé que los monasterios, los cafés alrededor del Opera, y las fuentes de la Plaza de la República, donde paseábamos por la noche con mis hermanas mordiendo semillas de girasol frescas, llenas de una sensación de libertad que nunca habíamos sentido antes. Vinimos a Yerevan tres veces a visitar a familiares que se fueron del Líbano para asentarse allí. Durante el otoño del 2021, mientras todos vivíamos aislados, sigo una guerra en pantalla que me golpea y me obliga a enfrentar mi ignorancia y mi falta de lucidez. Donar no alivia la sensación de impotencia. En ese entonces, un par de horas intentando regresar a la lengua armenia me dio una fuerza vital. Una urgente necesidad me llevó a vivenciar la experiencia de Armenia de forma diferente por un mes con Birthright Armenia.


SOY UNA CHICA DE 29 AÑOS


Un mes terminó convirtiéndose en seis. Ví descender el rojo otoñal sobre el bosque de Lori y hace un par de semanas atrás, me maravilló la nieve de Kotayk, y de todas partes. Cada región en cada estación es impresionantemente hermosa acá. Ahora vivo en Yerevan. A veces provoca ánimo, a veces profunda incomprensión de la gente local. Decidí quedarme indefinidamente, porque nadie lo diría, pero Armenia es un país de oportunidades. Trabajo en una fundación de arte, con un bajo salario, pero el orgullo es invaluable de contribuir al fortalecimiento de la cultura armenia. Sigo tomando clases de armenio occidental, sin rendirme, incluso cuando a veces pierdo la esperanza de algún día poder expresar claramente mi pensamiento o leer una novela. El khachapuri ahora se encuentra al lado del manaiche y el croissant de manteca pura en mi panteón de gourmet.

De estos seis meses en Yerevan, hay muchas cosas para decir. Si la vida es dura en muchos aspectos, todo lo que me parece escaso en Francia para mí, se puede encontrar acá si queres: conexiones, autenticidad, vida más larga que la vida, y la impresión de poder hacer la humilde diferencia. Lo más preciado para mí siguen siendo las docenas de armenios de acá, Artsakh, Francia, Alemania, Estados Unidos, armenios de corazón también, a quienes conocí. Estas personas en Yerevan son feroces, de mente abierta, inteligentes, combativas, y creativas. Suficientemente admirables, tienen tanto talento como amabilidad, lo cual es raro. Canciones compartidas, risas, y conversaciones sellaron amistades duraderas, sin importar si alguno de ellos está ahora en Kiev o Los Ángeles. La pieza que faltaba en mi puzzle hasta ahora, cada uno contribuyó a restaurar mi parte armenia.

De ahora en adelante, estoy pensando en solicitar la ciudadanía armenia. El próximo año, no sé dónde voy a vivir. Una paradoja adicional, pero que me deja casi siempre en paz: indagar en la amenidad me reconcilió con la idea de que nunca voy a pertenecer exclusivamente a ninguna sociedad que me ha forjado, pero siempre voy a encontrar una manera para contribuir. Una vez me dijeron “más importante que la casa que tenemos, es el patio que construimos.” Cuando el tormento de la identidad estalla de todos modos, incluso en Yerevan, el mejor remedio sigue siendo bailar un Msho Khr todos juntos en clase, en conciertos o en las montañas. Me lleva otra vez a lo básico, más allá del espacio y tiempo: quien crea, va a seguir existiendo y prosperando… Confía en mí, Yerevan y Armenia en general, te van a contar historias suficientemente hermosas para que quieras creer, y trabajar en ellas.

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