De Parma a Ereván

Mi viaje con Birthright Armenia comenzó en 2018. Por aquel entonces, estudiaba en la Universidad Estatal de San Petersburgo. Sevan Kabakian, el director de Birthright Armenia, visitó nuestra universidad para presentar el programa. Al escucharlo, imaginé la increíble oportunidad que sería pasar un tiempo en Armenia, adquiriendo experiencia y conocimientos para el futuro. Por desgracia, a mis 18 años era demasiado joven para postularme.Así que, como decimos en Rusia, lo dejé para más adelante (aparcado).

En 2022 me licencié y empecé a prepararme para solicitar un máster en Italia. Pensé que sería beneficioso convertirme en una profesional, alguien que pudiera marcar la diferencia, antes de irme a Armenia. Mi duro trabajo dio sus frutos: al tiempo me encontraba en Parma (¡no en el supermercado de Ereván!), comiendo helado y estudiando relaciones internacionales.

Pero, ¿cuánto tiempo podía esperar hasta que llegara el momento de volver a casa?

Lo que sucedió después puede parecer una locura -y quizá lo sea-, pero también es la verdad. Después de casi un mes en Italia, una mañana me invadió la sensación de que pertenecía a otro lugar. Era un lugar en el que nunca había estado, pero que me resultaba increíblemente familiar.

Mi corazón me gritaba que allí me esperaba alguien. Decidí confiar en mi intuición. Ese mismo día, hice las maletas y me dirigí al aeropuerto. Llamé a mis padres para comunicarles la sorprendente noticia y presenté mi solicitud para Birthright.

Había planeado quedarme en Armenia seis meses, pero a las tres semanas me di cuenta de que estaba en casa. Nunca me había sentido mejor en mi vida.

En Armenia encontré muchas cosas: nuevos amigos, el calor de la gente y una sensación de seguridad. Estas experiencias me dejaron muy en claro que Armenia es mi hogar.

Las personas que conocí a través del programa compartieron sus historias inspiradoras y únicas, atrapándome aún más. Compartir experiencias de vida con personas de todo el mundo es pura felicidad. Nuestros foros y encuentros profundizan nuestra conexión con el pasado, el presente y el futuro de Armenia. Destaco un viaje reciente a Yeghvard, donde cada participante compartió su historia con los niños de la localidad. Fue un momento en el que vi lo similares que eran nuestras historias a pesar de venir de Rusia, Estados Unidos, Francia, Líbano y muchos otros países.

Tenemos foros semanales en los que nos reunimos y conversamos con personas increíbles y resilientes. Me viene a la mente uno en el que veteranos de la guerra de Karabaj de 2020 compartieron sus experiencias. Sus historias mostraron la gran fuerza del pueblo armenio: una fuerza que nos permite encontrar la belleza incluso en medio de la guerra; y la resiliencia que nos ayuda a resurgir de las cenizas, una y otra vez.

Estoy infinitamente agradecida por la oportunidad que se me brindó a mí y a otros cientos de voluntarios. 2023 se ha convertido en el mejor año de mi vida. Gracias desde el fondo de mi corazón.