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Roza Melkumyan
Estados Unidos 2019 participant
12 Jun, 2023

Madre patria: una carta a Armenia

2 min

DESCUBRIENDO MIS RAÍCES ARMENIAS


Nunca consideré realmente a Armenia como uhn tipo de madre patria. No era mío, no realmente. Tampoco para mi padre. Llegué a entender eso la primera vez que visitamos como familia, cuando traté en vano de navegar por las calles transitadas de Ereván, luchando por recordar el diseño de una ciudad que solo había conocido como visitante. Su hogar, Bakú, era uno que nunca volvería a conocer. Nuestra patria, Najichevan, era una que nunca había llegado a conocer.

No me criaron para pesar tanto mi herencia armenia entre las cosas que conforman mi sentido de identidad, no en mi hogar soviético de etnia mixta. Y así, cuando regresé al año siguiente, lo hice con poco conocimiento y casi sin expectativas.

Y eso fue un regalo.


ENAMORÁNDOME DE ARMENIA: ABRAZANDO LA CULTURA, IDIOMA, Y COMUNIDAD


Porque me permitió desarrollar una relación con este país que era todo mío. En el transcurso de esos primeros meses, dividí mi tiempo entre enseñar clases de inglés en el programa Fulbright y ser voluntaria para Birthright Armenia. Exploré una tierra para la que había tenido un contexto mínimo, tanto en un sentido cultural como histórico. Cuando empecé a experimentar la cultura, y conocer nuevas armenias – otros armenios – de todo el mundo, descubrí que había elementos de ella en mi educación, aunque solo fueran rastros.

Luego, vino una pandemia sin precedentes seguida de una terrible guerra. Y ahí estaba yo, de alguna manera tan resuelta, tan inquebrantable en mi deseo de quedarme. Sabía que necesitaba quedarme.

Me enamoré de los tendederos colgados con camisas, vestidos, sábanas y medias, mecidos por la brisa primaveral en un día soleado de Ereván. Me enamoré de la cosecha, de las frutas (incluso de aquellas que nunca me habían gustado), del concepto de estacionalidad, que en Estados Unidos nos olvidamos porque nos criaron con la disponibilidad de todo el año. Me enamoré de la naturaleza, y de las calles de la ciudad, de los simpáticos perros callejeros, y del sonido del idioma y de los amigos que hice.

Y Birthright fue increíble, pero creo que mi vida real en Armenia comenzó cuando Birthright terminó. Me quedé, trabajé, viví, y continué aprendiendo. El idioma, la tierra, las costumbres. Me sentí que, finalmente, estaba contribuyendo activamente a este lugar que me había recibido con os brazos abiertos. Antes de darme cuenta, pasaron tres años.

No me gusta romantizar si puedo evitarlo. No deseo pasar por alto los problemas que enfrenté de este lugar, y hay muchos: políticos, infraestructurales, personales. Y las cosas no fueron perfectas. Y hubo muchos días que me preocupaba por qué seguía acá. Cuando me sentí como una tonta, porque todavía estaba luchando por entender el idioma que desesperadamente quería saber. Cuando me sentí mal, porque no podía comunicarme con aquellos que me rodeaban tan libremente como me hubiera gustado. Cuando las personas no perdonaban mis errores.

Aun así, había algo que siempre me tiraba hacia atrás, que me mantenía acá. Capaz era la comunidad que me había aceptado, la comunidad sobre la que había construido activamente y la relativa facilidad para hacer conexiones con quienes me rodeaban, tanto locales como extranjeros. Capaz fue la relativa novedad de todo, de encontrar que siempre había algún lugar nuevo para explorar, o algo nuevo para aprender.


ARMENIA: MI HOGAR ELEGIDO, DONDE FLORECE Y CRECE EL AMOR


Armenia me apoyó y me desafió. Me hizo más amable, inteligente, sabia y más independiente. Me ayudó a encontrar mi confianza y me recordó que siempre, siempre hay más para aprender. No soy perfecta tampoco, pero puedo decir orgullosamente que amo la persona que soy, la persona que Armenia me formó para ser.

Esta no es mi madre patria. No, es más que una madre patria; es mi hogar. No fue predeterminado; fue una elección – mi elección. Yo elegí vivir acá, echar raíces, hacer de este lugar mi hogar. Y ahora, me di cuenta que cultive un amor muy fuerte que no estoy seguro de poder sacudirlo alguna vez.

Donde esté acá, o donde esté en el mundo, creo que voy a pasar el resto de mi vida amando este lugar. No una madre patria, pero mi hogar.

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