Renovación de una escuela fronteriza con UGAB

Tres semanas después de mi colocación de ingeniería en Shtigen, mi coordinador de trabajo de BirthRight me ofreció una oportunidad maravillosa de tomar un descanso de una semana de mi trabajo original y participar en el programa trianual Armenians Come Together (ACT) en UGAB. Este programa es dedicado al trabajo humanitario en Armenia, incluida la renovación de los salones de las escuelas y de los centros comunitarios, la distribución de paquetes de alimentos y artículos esenciales, y la organización de actividades recreativas para los niños del área.

Llegué a la sala de UGAB el lunes por la mañana y me encontré con un grupo de caras conocidas y algunas desconocidas. Algunos de los voluntarios eran compañeros de BirthRight/AVC, mientras que otros se unieron mediante diferentes medios. Descubrimos que la sala que íbamos a renovar estaba en una escuela en Araks, un pueblo fronterizo en la provincia de Armavir.

Una vez que llegamos, compartí una foto de la escuela en Instagram, lista para comenzar el día. Empezamos sacando clavos de las paredes (¡había un montón!) y cubriendo las grietas y agujeros con cemento. Fue cansador, pero muy satisfactorio ver el progreso que estábamos haciendo. Al final del día, una mujer armenia de Canadá que conocía me mandó un audio en respuesta a la foto de la escuela que había compartido. Ella dijo, “Lucig, esto parece mi escuela de Armavir.” Desconcertada, respondí, “Sí, ¡esta es una escuela de Armavir!” Al descubrir que de hecho esta era su escuela, la mujer me recomendó con entusiasmo que me encontrara con su hermana en Araks al día siguiente.

Al día siguiente, cuando nos acercábamos a la escuela, de repente un hombre detuvo nuestro ómnibus. “¿Dónde está la chica de Canadá? ¿Dónde está la chica de Cambridge, Canadá?” inquirió. “¡Soy yo!”, exclamé, e inmediatamente acordamos que debía visitarlos por un café antes que mi trabajo de la semana terminara. Hasta entonces, su esposa, Sveta, la hermana de mi conocido de Canadá, visitó la escuela varias veces para compartir cerezas, bebidas y dulces armenios con todos los voluntarios.

A medida que avanzaba la semana, cubrimos las paredes y los techos con dos capas de cemento, los raspamos, pintamos y realizamos una limpieza completa en el salón. Durante ese tiempo, nos hicimos amigos de varios niños del pueblo. Compartimos almuerzo con algunos de ellos, mientras que algunos mayores vinieron y nos ayudaron con nuestro trabajo. Nos dijeron que los niños estarían pintando un mural con nuestros nombres en una de las paredes, y me emocioné.

El último día decidí que debía visitar a la familia para conocerlos e intercambiar alegría y energía positiva. Conocí a la mayor parte del grupo, desde la madre y suegra de Sveta hasta su hija y sus dos nietos. Hablamos de Canadá y Armenia, tomamos nuestros cafés y dulces, y les canté algunas canciones populares armenias. En una hora, nos hicimos buenos amigos, compartimos buenos deseos y nos dimos un beso de despedida.

Me alegra que el trabajo que mis compañeros y yo completamos en la escuela va a permanecer como evidencia de la conexión que formamos con nuestra madre patria, y haber conocido y unido a muchas personas, ya sea de los voluntarios de la diáspora, los niños del pueblo, la familia de mi amigo canadiense, pude apreciar cuán interconectados estamos todos.

Clase escolar antes y después de la renovación