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22 Abr, 2019

Solo una niña de un pueblo chico, viviendo en un mundo de Gyumri

2 min

Bianca-Simone Roomian

Santa Helena, California, Estados Unidos

La primera semana que estaba en Gyurmi, estaba invadida de varias emociones. Me sentí abrumada, nerviosa, y triste porque un lugar tan diferente a mi casa iba a ser mi nuevo hogar por un mes. Todo pasó tan rápido y me resultó difícil acomodarme. Las diferencias culturales, la barre del lenguaje y la carencia de conocimiento de Armenia estaban demostrando que era lo que tenía que superar. No te voy a mentir, habían días que no quería salir de mi cama, ir a mi trabajo o asistir a clases de lenguaje. Pero después habían días donde niños de mi trabajo me tiraban de mis brazos apra evitar que me fuera o cuando finalmente pude pronunciar una frase perfecta en armenio. Mi pensamiento inicial fue que este lugar es demasiado diferente de mi hogar y no estaba segura de poder manejarlo. Pero estoy muy contenta de haber aguantado porque no cambiaría mi tiempo en Gyumri por nada.

Vine a Armenia con mención en Ciencias Ambientales HUmanas y mención en Nutrición y Ciencia de los Alimentos. Es seguro decir que me gusta, amo la comida. Poder trabajar con el staff de la cocina de Herbs and Honey - un local de té en el centro de Gyumri - y con niños en la Fundación KASA, fue bueno. Con mi pasión existencial por la comida y el amor por cuidar niños, encontré a mis dos trabajos gratificantes. Tenía el cargo de crear un programa de estilo de vida saludable para niños en KASA y presentar lo mismo para el staff de la cocina en Herbs and Honey. Creí que mis presentaciones eran básicas. Destaqué hechos importantes sobre frutas y vegetales e inspiré a niños a estar activos 60 minutos por día. Pero cuando terminé, mis dos supervisores estaban impresionados y agradecidos por mi trabajo. Pensé a mi misma, “Aunque mis presentaciones fueran básicas, si puedo ayudar a una persona hoy, hice un buen trabajo”. Esa mentalidad se quedó conmigo durante mi tiempo en Gyumri. Quería hacer sonreír al menos a una persona por día.

Tener clases de lengua dos veces a la semana fue una bendición durante mi tiempo en Gyumri. Gracias a Armine en la escuela de idiomas, porque hizo que mi adaptación acá fuera muy fácil. Todos los martes y jueves, veía nuevas palabras y cómo podía usarlas en casa o durante mis días. Estoy muy agradecida que Birthright me dio una maestra de lengua par amí. Armenia me dio una fuerte fundación por mi armenio y la confianza de practicar mis habilidades en la vida real. Ahora, puedo tener conversaciones básicas con cualquiera, ¡lo cual es mejor que cuando recién llegué acá!

Con mi nueva tenacidad para el armenio, tuve mejor relación con mi familia anfitriona. Ahora podemos hablar sobre nuestros días, preguntarnos unos a los otros preguntas y conectar en un nivel que no creía posible. Estaba tan agradecida por mi familia anfitriona, porque dieron la bienvenida a mis habilidades terribles del lenguaje. Ellos nunca me dejaron irme de la mesa sin haber tenido al menos cuatro platos de comida y postres. La familia entera creó un ambiente amoroso para mí que nunca voy a olvidar.

Último, pero no menos importante, los voluntarios. Ani Kemanian, te quiero dar un especial reconocimiento, porque no hubiera podido sobrevivir Armenia si vos. Mi grupo entero de Gyumri me ayudó a superar mis días difíciles y se unieron a mí en los días increíbles. Desde Raffi Bilemjian caminando hasta casa de noche, Kevork Krikorian criticándome infinitamente a Ani y a mí, Tina Sarkisian por desarme una mano cuando me tatué y Ani Kemanian por aguantarme 24/7; no puedo imaginar mi tiempo acá en Armenia sin ustedes. Voluntarios, incluidos Serena, Sophia, Nan, Belu, Razmig, Mary, Talar y los otros me permitieron estar cómoda en un lugar nuevo. Ellos no eran solo voluntarios, sino también mi familia. Estos individuos me trajeron la sensación de hogar incluso cuando estaba a 7000 kilómetros de California. ¡Cambié eternamente y agradecida!

¿Así que mi tiempo en Gyumri fue desafiante? Sí. ¿Quería renunciar algunos días? Tu apuesta. Pero nunca voy a olvidar las semanas que pasé acá. Las excursiones a las que fui, las personas que conocí, la comida que comí y esta nueva cultura que me cambió para mejor. Aprendí un montón sobre mis ancestros y las luchas por las que pasaron. Mi objetivo de embarcar este viaje era sentirme más conectada con mi herencia armenia. Sabía poco o nada sobre mi 25% de ADN. Mediante Birthright, pude conocer voluntarios como yo que estaban buscando su identidad. Nunca voy a olvidar esta amenidad y todo esto es gracias a Birthright, la ciudad de Gyumri y el país de Armenia. ¡Vos me cambiaste para siempre!

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